Como un grito al vacío, como un libro sin palabras o un invierno sin frío. Como un espejo sin reflejo, como un perro sin dueño o un árbol sin pájaros. Y yo, en la cama, cerrando los ojos con fuerza, evitando el recordar que no estabas a mi lado, sabiendo que volverías, pero por el momento te habías marchado. Era sencillo pensar en aquellos momentos en los que me hacías reír, en los que olvidaba por completo la hora y el lugar, y tus ojos eran mi único sendero.
Vuelve, vuelve, que solo tengo sueño cuando escucho tus ronquidos, solo canto un 'buenos días' si amanece tu sonrisa, solo tengo hambre de tus labios, sed de tus lágrimas, sí, de aquellas que se nos escapan entre risas. Como el sol cuando no calienta, como si al niño del pijama de rayas se las hubieran robado o como un regalo de Navidad sin envoltorio. Sí, ya sé que siempre escribo latidos, que no espero que nadie entienda mis palabras, pero sé que tú lo haces. Y nunca supe cuanto te quería hasta que te estabas despidiendo y yo rezaba por que aquel momento no terminara jamás. Quizás cuando regreses te como a silencios, de aquellos que matan de amor, como tus ojos en los míos, como tú sellándome los labios.