A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Nunca antes supe.

Como un grito al vacío, como un libro sin palabras o un invierno sin frío. Como un espejo sin reflejo, como un perro sin dueño o un árbol sin pájaros. Y yo, en la cama, cerrando los ojos con fuerza, evitando el recordar que no estabas a mi lado, sabiendo que volverías, pero por el momento te habías marchado. Era sencillo pensar en aquellos momentos en los que me hacías reír, en los que olvidaba por completo la hora y el lugar, y tus ojos eran mi único sendero. 
Vuelve, vuelve, que solo tengo sueño cuando escucho tus ronquidos, solo canto un 'buenos días' si amanece tu sonrisa, solo tengo hambre de tus labios, sed de tus lágrimas, sí, de aquellas que se nos escapan entre risas. Como el sol cuando no calienta, como si al niño del pijama de rayas se las hubieran robado o como un regalo de Navidad sin envoltorio. Sí, ya sé que siempre escribo latidos, que no espero que nadie entienda mis palabras, pero sé que tú lo haces. Y nunca supe cuanto te quería hasta que te estabas despidiendo y yo rezaba por que aquel momento no terminara jamás. Quizás cuando regreses te como a silencios, de aquellos que matan de amor, como tus ojos en los míos, como tú sellándome los labios. 


viernes, 7 de noviembre de 2014

Perdidos.

¿Qué puedo hacer? Dime qué hago si te miro y solo tengo ganas de escapar lejos contigo, de congelar la magia de nuestra mirada y conservarla para siempre. Si empiezo a soñar cuando escucho una canción, y te veo frente a mi. Y escucho las olas rompiéndose mientras construíamos el inicio de nuestra pequeña gran historia, mientras me perdía entre las cuerdas de una guitarra que solo sonaba en el silencio de nuestras primeras sonrisas. Y tan poco sabía yo, que empecé a querer quedarme en tus brazos. Pronto, tu mano y la mía; pronto soñé con comerte la sonrisa; pronto tú y yo muy lejos; perdidos. Y ya empezábamos a ser felices. 

Y es que no quiero verte llorar si no es de emoción, no quiero bailar si tu no eres la canción, no quiero mirar si no me veo en tus ojos, no quiero anochecer sin tu calor. Ven, vamos a reírnos de aquellos que hablan mal del amor, vamos a pintar sonrisas con un pintalabios de cualquier color. A veces cuanto más piensas, menos aciertas. Deja de lado el temor a ser el protagonista del mundo de tus sueños, toma las riendas y luego hazlos realidad. No estas solo; llevo tiempo esperando a que llamen a la puerta de mi vida, y solo tú tienes la llave. 



miércoles, 15 de octubre de 2014

Fuiste tú.

Escribí un par de versos. Y alguien dijo que no rimaban, que aquello no podía ser bonito si no tenía ritmo. Y empecé a escuchar a mis latidos, y empecé a notar cómo el silencio de aquellas palabras iba cobrando forma, cómo mi pluma escribía, cómo volaba, como cobraba vida aquello que llamaron poesía. 

Y fuiste tú en lo primero que pensé. Una risa se escapó entre los hoyuelos que dormían en mis mejillas, y entre tantas carcajadas me perdí. Y llegué a un lugar en el que nada importaba, en el que con los ojos cerrados todo se veía mucho más claro. Pronto tú, pronto tus labios susurrándome, pronto tus manos acariciando mi piel. Y nosotros perdidos dentro de nuestros ojos, cantando canciones inventadas, suspirando sonrisas, ahogando los minutos del reloj que hacía horas habíamos perdido entre la poca noción del tiempo que nos quedaba. 

Que pasé de ir sin brújula a tener un rumbo fijo, de lluvia en mis ojos a saltar en los charcos, de insomnio a soñar despierta, de estar vacía a regalar alegría. Y tan solo buscaba perderme un poco más para poder encontrarme en tus abrazos, para poder volar con los pies en el suelo, con los pies en el cielo, para poder escucharte decirme 'te quiero'.



jueves, 9 de octubre de 2014

E imaginé.

Era temprano, las calles dormían y tú, a mi lado. El viento de la noche se había llevado la lluvia que llevaba semanas empañando los cristales de nuestras vidas. Y por fin, podía sonreír mirando tu rostro sereno que, dormía sobre las almohadas, soñando. Llevando tus pensamientos a mundos que posiblemente jamás recordarías, y quise entrar en ellos, vivirlos a tu lado.Y decidí soñar contigo, aún despierta, e imaginé que volábamos muy alto, sobrepasando los límites que a menudo tememos romper por el miedo a caer muy deprisa, e imaginé tus ojos, tu piel, tu sonrisa. 
Vi cómo nos perdíamos infinitas mañanas entre las mismas sábanas, cómo estallaban nuestras risas por las esquinas de aquella habitación, cómo sonaban melodías al compás de los latidos de algún pobre corazón. Y entonces despertaste y me encontraste lágrimas en los ojos. Sí, de aquellas que no duelen, de aquellas que llueven de emoción. 


lunes, 22 de septiembre de 2014

Naufragué.

Me perdí en un mar de lágrimas desconocido, de palabras que resonaban dentro y fuera de la tormenta en la que estaba inmersa. Me ahogaba, buscaba una respuesta, una señal que me recordara que aún no estaba todo perdido. Empezaba a vaciarme mientras me llenaba de una nada tan profunda que me asustaba más con cada pequeño recorrido de las agujas de mi reloj; viendo que el tiempo pasaba, y el dolor se acentuaba. Y entonces llegó. Él. Roto. Tan a añicos que apenas podía reconocer el rostro que se escondía tras su propia tormenta, paralela a la mía, pero demasiado intensa. Sentí la anemia que corría por mis venas, que se apoderaba de mis latidos, del color marfil que vestía mi rostro fúnebre. Temblaba, a pesar de que no hacía frío. Su mirada se clavó en mis ojos desnudos, vacíos, reflejo de aquella nada que ya hacía horas que me invadía. Y ni siquiera fui capaz de vislumbrar un horizonte, la noche oscurecía hasta la esperanza de sobrevivir a mi propio naufragio, de salir a la superficie a respirar. A respirar, con las caricias de sus manos, con el aliento de sus besos, con el calor de sus abrazos.


lunes, 11 de agosto de 2014

Sin darte cuenta.

Y pasa un día, y luego otro, y otros dos. Y poco a poco, sin querer empiezas un camino que es mucho más grande de lo que imaginas. Caes. Caes en el buenos días de cada mañana al despertar, en sus besos en la frente, en abrazarle tan fuerte. Y empiezas a soñar despierta, y a sonreír sola por la calle, y a morderte los labios pensando en que acaba de marcharse, y ya lo echas de menos. Entonces llega el día en el que te das cuenta de que has llegado demasiado lejos, de que lo sientes muy al fondo, de que él ya no es solamente él. 
Y te das cuenta de que has crecido, de que aquellos días del principio, eran mucho más que un inicio cualquiera, pues eran el comienzo de algo infinito. De algo que no se borra, de un fuego que se graba dentro de ti. 
Y recuerdas cuando te dijeron que el amor puede doler, pero cierras los ojos y sonríes aceptando el reto, ya que sabes que la recompensa será enorme. Ya que sabes que valdrá la pena, pasarlo todo, por permanecer a su lado. Y es que él es diferente, él puede hacer que duela, pero que duela de tanto amor que hay escrito en sus ojos, de aquel que se clava, de aquel que es adicción.
Y cada noche antes de cerrar los ojos imaginas cómo va a seguir el camino por el que andáis, cómo vais a escribir las próximas páginas de vuestra historia. Y así te duermes, y más tarde vas a despertar con unas ganas terribles, de leer sus 'Buenos días, levántate ya, que muero de ganas de verte'. 



martes, 1 de julio de 2014

Presente.

Estábamos lejos, en alguna de aquellas miradas que aún me dejan sin aliento. De aquellas que dicen tanto en instantes de silencio, que aceleran el corazón y te llevan a lugares que pertenecen a otra realidad. La música sonaba de fondo, mis manos apretaban fuertemente las tuyas, tus ojos en los míos, hablaban sin palabras. 
Y es que desconozco la razón por la que nos encontrábamos frente a frente, por la que todo lo que habíamos hecho en nuestras vidas nos había llevado a aquel momento. Y sentía que aquel presente era todo lo que había estado esperando, todo aquello que algún día pareció que no iba a llegar nunca. Alguien me dijo que el presente es un regalo, y es por eso que se llama así. 
Se encontraba frente a mí. Un suspiro, pues a veces hay tanto sentimiento que escapa como puede, para no morir de amor. Dime por qué me siento así, por qué a tu lado pierdo la noción del tiempo, por qué pienso en ti y puedo pasarme horas soñando a tu lado. Y es que tal vez me esté volviendo loca, pero es todo demasiado bonito y quiero aprovecharlo. Déjame explorar cada amanecer contigo, cada gota de lluvia, cada puesta de sol. Déjame dormirme en tu hombro sin querer, hacerte cosquillas, fruncir el ceño, hacerte mil y una sorpresas. Sí, deja que te acompañe en cada uno de tus sueños, compartámoslos, y no olvides que sé que siempre luchas por ellos.


miércoles, 11 de junio de 2014

El mar.

Cerré la puerta. Y de verdad que la cerré, y eché la llave al fuego, y luego tiré las cenizas al mar. Y el mar se las llevó lejos, supongo. Pero entonces llegaste tú, tú y tu arte por sacar sonrisas, por abrazarme durante horas que parecían segundos, por devolverme la ilusión que sin querer enterré en algún lugar, un frío día de lluvia. Y tal vez volviste al mar, encontraste los restos de aquella llave que abría todo aquello que juré cerrar para siempre, que abría mi corazón, y yo ahora te pedía que cuidaras bien de él. El mar, y allí me llevaste por primera vez. Y allí fuimos también por última, y en el mar quiero perderme contigo tantas veces, que ojalá olvidemos cómo regresar. Tú y yo, silencio. Solo mírame a los ojos y cuéntamelo todo a través de tu mirada. Las olas rompen a nuestras espaldas, el sol acaricia nuestra piel, tú y yo, sentados en la playa. No hay nadie más. Cierro los ojos y te oigo respirar; deseo que el momento no termine nunca. Y el azul del mar, roza nuestros pies. Y no te miro, pero sé que sonríes. Y yo, contigo.







jueves, 29 de mayo de 2014

Solo te digo.

Cierras la puerta. Oigo de fondo los pasos que se van, que se alejan de mi lado. Acabo de despedirme y ya te echo de menos. Y es que sí, te clavas despacio, muy profundo, y empiezo a dejarme matar lentamente. A dejarme matar de amor. A extrañar tus besos en mi mejilla para no borrar mis sonrisas, nuestras lágrimas tontas de felicidad, nuestro mundo paralelo al resto del universo. Huyamos, volemos al cielo azul con el que tanto soñamos, no importa que llueva, valdrá la pena perdernos en cualquier lugar. 
Cuéntame cualquier cosa al oído, me gusta sentirte cerca, y perdóname si me duermo a tu lado, pero a veces confundo la realidad con los sueños. Escribe un poema de sonrisas en mis labios, y luego séllalas con un beso. Haz de tus lágrimas un mar de alegrías, un lugar en el que podamos refugiarnos cuando necesitemos amarnos. 
Y escucho un último paso por detrás de la puerta. Y solo te digo: vuelve pronto.


domingo, 25 de mayo de 2014

Tándem.

Fue tu ausencia. Sí, después de tantos momentos mágicos, de tantas sonrisas a escondidas, de tantos duelos retando quién miraba más profundo dentro del otro, sí. Y cuando despertaba en la mañana me escurría entre mis sábanas y jugaba a imaginar tu rostro pegado bajo las tuyas. Y ya me hacías ser feliz desde el primer momento, incluso antes de ver el sol asomarse por alguna hilera de la persiana. Sí, te habías marchado tan solo unas horas y ya te extrañaba. 
Y ya soñaba con rozar tus manos, con besar tus pies con los míos, con matarnos a escalofríos, sin siquiera tocarnos. Y es que cuanto más lejos vas, más cerca te necesito. Sé también que hace tiempo que no escribía, pero siendo feliz no es tan necesario desahogarse. Y sí, sé que a menudo frunzo el ceño y pongo cara de enfadada, pero por dentro te ruego que beses mi frente y me susurres al oído que hasta viéndome fingir un enfado, te enamoras. Porque empiezo a creer que se nos da bien volar, pues al fin y al cabo, un tándem vuela unido, y hasta el final.


domingo, 13 de abril de 2014

Basta.

'Creo que me iré a dormir temprano, así pasa deprisa el tiempo que falta para volverte a ver'. Basta. Si sigues así no voy a poder evitar enamorarme cada día más de ti, de tus palabras, de tu todo. Tengo tanto amor puesto en ti, que muero al pensar que podría perderte algún día. Y es que sueño con volar contigo de la mano, muy alto, muy lejos, sin saber a dónde vamos, pero seguros de que si nos tenemos el uno al otro, el destino es lo de menos. 
Te digo que, si me pongo celosa es por el miedo a que alguien descubra lo que yo he visto en ti, que si te hago enfadar es porque me enamora tu reacción y tu cara de niño triste, que si me hablas y no te escucho es porque estoy demasiado ocupada mirándote los labios y besándote con la mirada. Te digo que me encanta que disfrutes los pequeños detalles de la vida, que te sorprendas ante cosas que merecen detenerse y sonreír, pero que muchos pasarían por alto. 
Déjame leerte. Abre el libro de tu vida y pásame el pincel, pongámonos manos a la obra. Construyamos un mundo de felicidad que sea solo nuestro, y luego, compartámoslo con los demás. Perdámonos en un laberinto sin salida, y que no nos importe; sonriamos. Inventemos límites y crucémoslos. Seamos tú y yo, seamos dos, dos en uno.

martes, 8 de abril de 2014

Y andemos.

Locuras. Y mientras tanto tú ibas gritando de alegría sobre la moto, y yo, detrás de ti, sonreía. Nadie nos miraba, nadie nos veía, estábamos tan rodeados y tan solos al mismo tiempo. Tan solos de amor, tan llenos de ganas de comernos el mundo, de comernos a besos, de comer galletas mientras jugamos a algún juego. Y jugamos a crear palabras de aquellas que sabes que tanto me matan, que tanto me hacen suspirar. Que me derrumban en el sofá para que llegue tu cara de 'yo también me estoy enamorando' y vuelva a sacarme una sonrisa. Y otra a ti; en consecuencia. 
Pero entonces dices que estás cansado, y suena de fondo un piano tan suave que nos quedamos dormidos, así, sin apenas darnos cuenta. Yo soñaba que estábamos lejos, en alguna de aquellas islas azules que tanto te gustan, y nos perdíamos en nosotros. En tus ojos, en una canción que cantaban sin prisa nuestras voces, en besos en la frente. 
Y tal vez al despertar me vuelva a dormir de nuevo, o quizá te coja de la mano y te diga al oído, que los soñadores no solo sueñan, que eso solo les abre el camino. Y andemos.




viernes, 28 de marzo de 2014

Como se quiere por primera vez.

Tu voz, tus manos, tus calcetines desteñidos y el rojo de tus zapatos. 
Mis paseos por tu mirada, esas ganas de hacer tanto, de no perdernos nada. 
Echarte de menos cuando aún no te has ido, soñarte en las noches que no estás conmigo.
Crecer, volar, estallar, morir de amor observando tu sonrisa, y pensar que podría llegar a ser yo el motivo. 
Doblar la esquina y querer regresar a tu lado, y perdernos en un beso más largo de la cuenta, a propósito.
Gritar, bailar, cantar juntos. Demostrarle a la vida que tenemos toda nuestra ilusión en ella, y confiamos en que no va a fallarnos. 
Escalar, tantas rocas, y después perdernos en el mar, en el azul de aquella rosa, o del cielo de aquella primera vez, o de un color favorito. 
Y que nada nos importe, perder los relojes entre la noción del tiempo y tu sonrisa. Y no hables, que el silencio va a conjunto con los soñadores que hablan más con los ojos que con los labios. 
Pero sobre todo quiéreme, sí; como se quiere por primera vez.



lunes, 17 de marzo de 2014

Hate.

Odio las fotocopias de deberes en los que no hay márgenes para dibujar, odio las caras tristes que se refugian bajo paraguas gastados. Odio las cartas escritas y nunca enviadas, las palabras meditadas y nunca pronunciadas. Odio la envidia, los celos, los rencores, el orgullo. Odio las injusticias, el racismo, las preferencias inmerecidas, las amistades falsas, los corazones rotos.
Odio buscar la respuesta y saber que está en mi misma, saber cuál es, y hacer ver que no sé encontrarla. Odio el miedo. Odio las guerras, la violencia, las caras marcadas, los hombres llorando de tristeza. Odio que la gente diga que si llueve hace mal tiempo. 
Odio dormir con el teléfono en la mano buscando las señales de vida que le faltan a la mía.Odio la falta de confianza, los rumores, las cosas que se dan por sobreentendidas cuando no se entienden nada. Odio el rendirse antes de intentar, el valor que a veces se va por falta de éste mismo. Odio saber lo que pienso y no saber cómo decirlo. 
Odio esperar a que algo asome mi vida y no hacer más que ver cómo se aleja.Odio dos miradas que se evitan aún amándose, y la falta de coraje para declararse. Pero lo que más odio es odiar, pues solo creará más odio. 





Cantemos.

Y de pronto todo cambia, y aprendes a volar en sus ojos, a perderte en su mirada, y te das cuenta de que no necesitas nada más. De que todas esas mañanas de lunes tienen sentido a su lado, de que cada segundo que recorta el tiempo es una oportunidad para sonreír junto a él, y no quieres que sea de otro modo. 
Sí, llega el momento en el que te detienes y te asusta estar viviendo en un sueño perfecto, en una burbuja por estallar. Y cierras los ojos, y cruzas los dedos. Tu me enseñas que hay lluvias bonitas dentro de tus ojos, que hay tormentas de placer en nuestras tardes de carcajadas. Porque me haces ver el mundo de otro modo, porque si algo sale mal, cantemos. 



sábado, 1 de marzo de 2014

Con un par de sonrisas.

Y llega. Llega la noche en la que te encuentras en la cama con una sonrisa tonta, sin darte cuenta. Y empiezas a recordar cada momento del día a su lado, cada risa, cada mirada, cada palabra que te dejaba sin aliento. 
Recuerdas cómo vuelan las horas, cómo vives en un mundo paralelo, cómo olvidas todo aquello que no tenga que ver con su sonrisa. Y que se entere el mundo que de amor también se puede vivir, porque volamos por encima de todo aquello que intente derribarnos, porque tomas mi mano y sé que no voy a caer. Ven, vayamos a contracorriente, que los soñadores somos increíbles. 


martes, 25 de febrero de 2014

Dime dónde.

¿Dónde? Dime dónde has estado el resto de mi vida, y dime porqué después de conocerte ya no puedo imaginarla sin ti. Dime porqué cuando sonríes me pierdo en tus labios, porqué sueño día y noche con tenerte entre mis brazos.  
Como aquellas escaleras que subíamos aquella tarde, cuando cada peldaño era una descarga sobre mi corazón que latía a toda prisa. Tranquila, solo te estás enamorando. ¿Solo? y se escapaba una de esas sonrisas tan peligrosas.
Cerremos los ojos e imaginemos una puesta de sol, un beso en la frente, el suave sonido de tu respirar en el silencio de palabras que callan para dar paso a la complicidad de una mirada. Y nuestras manos en tus bolsillos, y si te caes, yo caigo contigo.




jueves, 20 de febrero de 2014

Sí, tú.

¿Pequeñas cosas que me hacen sonreír? Sí, tú. Tú y tus ganas de verme, tus abrazos, tus canciones, tus ojos sonriendo a través de un retrovisor. Corremos muy deprisa, y no me sueltes, que a tu lado pierdo el equilibrio entre tu risa y nuestras manos que juegan a no soltarse nunca. 
Como cuando te veo de repente y me gritas que corra a tu lado, que me estabas esperando. Como cuando cierro los ojos e imagino una mañana de invierno tocando la guitarra sobre el mar. Y el sol también nos sonreía, y las horas volaban tan deprisa que perdimos la noción del tiempo mientras sonaba alguna canción de aquellas que hoy me hacen sonreír al recordarte. Y sí, son pequeñas cosas. Y me hacen sonreír.




lunes, 10 de febrero de 2014

PLAY ►

PLAY ► Y empezaron a sonar las notas de aquella canción mientras observaba su sonrisa, sus ojos. Era él, y apenas podía creerlo. Decía que era el mismo de ayer, y tantos momentos estallaban en mi cabeza. Aguanta las lágrimas, insistía. Su voz, su todo. Y volvía a ser la princesa de sus sueños encantados, y él fue la respuesta a todos mis fracasos en su ausencia. Cada paso sin él, fue un continuo retroceso.
Y los segundos pasaban, y la música entraba en nosotros golpeando aquello tan enterrado, que cuando lo creímos muerto fue cuando estuvo más vivo, que cuando cerré los ojos, aumentaron mis latidos. Tan cerca y tan lejos, tan prohibido, tan deseado, tan... nosotros. Otra vez. Y las últimas notas, sonaron.



miércoles, 5 de febrero de 2014

PD: a este invierno le faltan guerras.

No, no tengo noticias tuyas, no se nada de ti. No se nada de aquellas tardes de invierno en las que no contábamos las horas, nos las comíamos. En las que cantábamos canciones mientras me preparabas un chocolate caliente que más tarde sería el arma de la guerra más dulce, donde las balas eran besos y las heridas manchas marrones de cacao y azúcar en terrones. Lágrimas de tanta risa, carreras por los pasillos, cojines sin plumas.
Las bombas eran cosquillas, de aquellas que también matan y cortan la respiración. Pero, ¿para qué queríamos respirar, si podíamos dejarnos sin aliento? Y así pasábamos las tardes, viviendo sueños, matando horas, subiendo y bajando las paredes de los días de invierno. 


PD: a este invierno le faltan guerras.




martes, 4 de febrero de 2014

Bajo cero.

Es cuando las paredes se te echan encima, cuando los huesos se te hielan de ausencia, cuando tu estado de ánimo se encuentra bajo cero. No sé porqué me acostumbré tanto a tus caricias y hoy dueles más que nunca. Este frío me come poco a poco, como si me desgastara por el simple hecho de que el tiempo sigue pasando y todo empieza a llegar demasiado tarde. 
Tengo la sensación de que ni siquiera yo me entiendo, de que la soledad se empeña en hacerme compañía. Unas notas, una canción, sonaron en aquel cielo, aquella noche sin estrellas, cuando tú y yo lanzábamos un globo rojo y se elevaba perdiéndose en la noche, tan fría. Pero esa noche se vuelve contra mi pecho y lo hace estremecer. Aquel globo, aquel amor, se iba tan lejos que nuestras miradas no podían alcanzarlo. Tan lejos. Quizá demasiado. 




domingo, 2 de febrero de 2014

Aquellos días, en los que no dolías.

Me duelen los labios de no besarte, las manos de no rozar las tuyas, los pies de no andar a tu lado. Y es que cada mañana me levanto sin tu sonrisa, sin tus palabras, sin tus 'buenos días, princesa'. Sí, lo mejor fue decirte adiós, y a pesar de que suena a tortura esto de amarte y alejarme al mismo tiempo, no había otro camino en la oscuridad en la que estábamos sumergidos. 

Y voy cargando la maleta de nuestros recuerdos que tanto pesan, y no cierra bien. O tal vez no quiera cerrarla. Me llaman masoquista, y es que cada vez que me propongo olvidarte empiezo a recordarte de nuevo;  aquellos días, en los que tu apellido iba detrás de mi nombre, aquellos días, en los que no dolías.


sábado, 1 de febrero de 2014

Sábados de naufragio.

Sábados, paseos en pijama por los cristales empañados de tu vida, mientras suena alguna canción de fondo. Alguna de esas que apedrea recuerdos contra tu cabeza, contra tus ganas de salir del refugio de tus sábanas, de ir a luchar tu realidad otra vez. 
Sábados de soledad, de cerrar los ojos y dejarte llevar por el silencio, por la nada más profunda. Mañanas vacías, cielos sin estrellas, corazones rotos. 
Sábados sin inspiración, con demasiadas ganas de tener ganas de algo, de soltar el nudo que aprieta las lágrimas acumuladas en el fondo de tu garganta. 
Sábados en la cama, siendo náufrago de una realidad que se esconde entre tantos sueños sin resolver.



martes, 21 de enero de 2014

Mejor lo dejamos correr, a ver si escapa.

Mejor lo dejamos correr, enserio, a ver si escapa de una vez esto que siento. Y es que siento haberte hablado. Siento haber besado tus labios aquella fría noche de invierno cuando el mundo estaba a nuestros pies y el tiempo se paró unos instantes, solo por nosotros. 
Siento haberte hecho reír, haberte matado a cosquillas bajo las sábanas de una cama donde hoy llueve sin parar y los cojines son esponja de un llanto que no cesa. Siento haber luchado por ti, haberme dejado la piel en cada gesto. Siento haberte abrazado tan fuerte, haberte mirado a los ojos y haber sonreído reflejada en ellos. 
Siento tu corazón y el mío rompiéndose tantas veces a propósito, por el hecho de estar adictos a los besos de reconciliación. Siento besar tu frente cuando tenías miedo, agarrar tu mano en la oscuridad, oler tu pelo. 
Siento tus fríos pies en los míos jugando a quererse un poco más, rompiéndose sin querer y sin saberlo. Siento que el sol se cansara de cubrir las lágrimas que hoy, caen de las nubes de mi vida.


viernes, 17 de enero de 2014

Apenas llega y ya se ha ido.

Cerrar, abrir los ojos. Sí, como una brisa de verano con sabor a sal que apenas llega y ya se ha ido. Como un sueño del que no quieres despertar y apretas los párpados cada vez más fuerte hasta que se abren solos y ves la cruda realidad. 
Era verano, el sol reinaba en lo alto de las playas, de las sonrisas de las gentes que, felices, soñaban más que vivían en aquel paraíso tan real. La vida era el deseo de vivir cada momento intensamente, sin pausa, sin prisa. 
Hundiendo los pies en la arena, y nuestras pieles morenas quemaban al sol, dibujando en el aire las palabras que se clavaban en nuestros corazones, en aquellos días, perfectos, soñados.