A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

domingo, 2 de febrero de 2014

Aquellos días, en los que no dolías.

Me duelen los labios de no besarte, las manos de no rozar las tuyas, los pies de no andar a tu lado. Y es que cada mañana me levanto sin tu sonrisa, sin tus palabras, sin tus 'buenos días, princesa'. Sí, lo mejor fue decirte adiós, y a pesar de que suena a tortura esto de amarte y alejarme al mismo tiempo, no había otro camino en la oscuridad en la que estábamos sumergidos. 

Y voy cargando la maleta de nuestros recuerdos que tanto pesan, y no cierra bien. O tal vez no quiera cerrarla. Me llaman masoquista, y es que cada vez que me propongo olvidarte empiezo a recordarte de nuevo;  aquellos días, en los que tu apellido iba detrás de mi nombre, aquellos días, en los que no dolías.


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