A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Fuiste tú.

Escribí un par de versos. Y alguien dijo que no rimaban, que aquello no podía ser bonito si no tenía ritmo. Y empecé a escuchar a mis latidos, y empecé a notar cómo el silencio de aquellas palabras iba cobrando forma, cómo mi pluma escribía, cómo volaba, como cobraba vida aquello que llamaron poesía. 

Y fuiste tú en lo primero que pensé. Una risa se escapó entre los hoyuelos que dormían en mis mejillas, y entre tantas carcajadas me perdí. Y llegué a un lugar en el que nada importaba, en el que con los ojos cerrados todo se veía mucho más claro. Pronto tú, pronto tus labios susurrándome, pronto tus manos acariciando mi piel. Y nosotros perdidos dentro de nuestros ojos, cantando canciones inventadas, suspirando sonrisas, ahogando los minutos del reloj que hacía horas habíamos perdido entre la poca noción del tiempo que nos quedaba. 

Que pasé de ir sin brújula a tener un rumbo fijo, de lluvia en mis ojos a saltar en los charcos, de insomnio a soñar despierta, de estar vacía a regalar alegría. Y tan solo buscaba perderme un poco más para poder encontrarme en tus abrazos, para poder volar con los pies en el suelo, con los pies en el cielo, para poder escucharte decirme 'te quiero'.



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