A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

martes, 8 de abril de 2014

Y andemos.

Locuras. Y mientras tanto tú ibas gritando de alegría sobre la moto, y yo, detrás de ti, sonreía. Nadie nos miraba, nadie nos veía, estábamos tan rodeados y tan solos al mismo tiempo. Tan solos de amor, tan llenos de ganas de comernos el mundo, de comernos a besos, de comer galletas mientras jugamos a algún juego. Y jugamos a crear palabras de aquellas que sabes que tanto me matan, que tanto me hacen suspirar. Que me derrumban en el sofá para que llegue tu cara de 'yo también me estoy enamorando' y vuelva a sacarme una sonrisa. Y otra a ti; en consecuencia. 
Pero entonces dices que estás cansado, y suena de fondo un piano tan suave que nos quedamos dormidos, así, sin apenas darnos cuenta. Yo soñaba que estábamos lejos, en alguna de aquellas islas azules que tanto te gustan, y nos perdíamos en nosotros. En tus ojos, en una canción que cantaban sin prisa nuestras voces, en besos en la frente. 
Y tal vez al despertar me vuelva a dormir de nuevo, o quizá te coja de la mano y te diga al oído, que los soñadores no solo sueñan, que eso solo les abre el camino. Y andemos.




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