A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

sábado, 1 de febrero de 2014

Sábados de naufragio.

Sábados, paseos en pijama por los cristales empañados de tu vida, mientras suena alguna canción de fondo. Alguna de esas que apedrea recuerdos contra tu cabeza, contra tus ganas de salir del refugio de tus sábanas, de ir a luchar tu realidad otra vez. 
Sábados de soledad, de cerrar los ojos y dejarte llevar por el silencio, por la nada más profunda. Mañanas vacías, cielos sin estrellas, corazones rotos. 
Sábados sin inspiración, con demasiadas ganas de tener ganas de algo, de soltar el nudo que aprieta las lágrimas acumuladas en el fondo de tu garganta. 
Sábados en la cama, siendo náufrago de una realidad que se esconde entre tantos sueños sin resolver.



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