Era temprano, las calles dormían y tú, a mi lado. El viento de la noche se había llevado la lluvia que llevaba semanas empañando los cristales de nuestras vidas. Y por fin, podía sonreír mirando tu rostro sereno que, dormía sobre las almohadas, soñando. Llevando tus pensamientos a mundos que posiblemente jamás recordarías, y quise entrar en ellos, vivirlos a tu lado.Y decidí soñar contigo, aún despierta, e imaginé que volábamos muy alto, sobrepasando los límites que a menudo tememos romper por el miedo a caer muy deprisa, e imaginé tus ojos, tu piel, tu sonrisa.
Vi cómo nos perdíamos infinitas mañanas entre las mismas sábanas, cómo estallaban nuestras risas por las esquinas de aquella habitación, cómo sonaban melodías al compás de los latidos de algún pobre corazón. Y entonces despertaste y me encontraste lágrimas en los ojos. Sí, de aquellas que no duelen, de aquellas que llueven de emoción.
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