A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

jueves, 9 de octubre de 2014

E imaginé.

Era temprano, las calles dormían y tú, a mi lado. El viento de la noche se había llevado la lluvia que llevaba semanas empañando los cristales de nuestras vidas. Y por fin, podía sonreír mirando tu rostro sereno que, dormía sobre las almohadas, soñando. Llevando tus pensamientos a mundos que posiblemente jamás recordarías, y quise entrar en ellos, vivirlos a tu lado.Y decidí soñar contigo, aún despierta, e imaginé que volábamos muy alto, sobrepasando los límites que a menudo tememos romper por el miedo a caer muy deprisa, e imaginé tus ojos, tu piel, tu sonrisa. 
Vi cómo nos perdíamos infinitas mañanas entre las mismas sábanas, cómo estallaban nuestras risas por las esquinas de aquella habitación, cómo sonaban melodías al compás de los latidos de algún pobre corazón. Y entonces despertaste y me encontraste lágrimas en los ojos. Sí, de aquellas que no duelen, de aquellas que llueven de emoción. 


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