A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

lunes, 10 de febrero de 2014

PLAY ►

PLAY ► Y empezaron a sonar las notas de aquella canción mientras observaba su sonrisa, sus ojos. Era él, y apenas podía creerlo. Decía que era el mismo de ayer, y tantos momentos estallaban en mi cabeza. Aguanta las lágrimas, insistía. Su voz, su todo. Y volvía a ser la princesa de sus sueños encantados, y él fue la respuesta a todos mis fracasos en su ausencia. Cada paso sin él, fue un continuo retroceso.
Y los segundos pasaban, y la música entraba en nosotros golpeando aquello tan enterrado, que cuando lo creímos muerto fue cuando estuvo más vivo, que cuando cerré los ojos, aumentaron mis latidos. Tan cerca y tan lejos, tan prohibido, tan deseado, tan... nosotros. Otra vez. Y las últimas notas, sonaron.



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