A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

lunes, 17 de marzo de 2014

Cantemos.

Y de pronto todo cambia, y aprendes a volar en sus ojos, a perderte en su mirada, y te das cuenta de que no necesitas nada más. De que todas esas mañanas de lunes tienen sentido a su lado, de que cada segundo que recorta el tiempo es una oportunidad para sonreír junto a él, y no quieres que sea de otro modo. 
Sí, llega el momento en el que te detienes y te asusta estar viviendo en un sueño perfecto, en una burbuja por estallar. Y cierras los ojos, y cruzas los dedos. Tu me enseñas que hay lluvias bonitas dentro de tus ojos, que hay tormentas de placer en nuestras tardes de carcajadas. Porque me haces ver el mundo de otro modo, porque si algo sale mal, cantemos. 



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