Te has ido, y al despedirte te has llevado más latidos de la cuenta. Y me ha costado respirar. Te has ido y contigo has arrastrado tantos sueños y momentos que apenas he podido hablar. Y al verte marchar mi corazón en un puño y mis lágrimas a punto de saltar por mis pupilas, se han quedado sin aliento. Entonces he sabido que voy a ir detrás de ti, que el avión de vuelta lo tomarás conmigo de la mano y podré poner mi cabeza en tu regazo mientras sobrevolamos el mar. Eres tú. Eres tú el único que me hace sentir tan viva, que me llena de alegría, que me hace crecer y aprender constantemente. Eres tú quien me abraza y siento que lo tengo todo, que no necesito más que un susurro de tus labios o una sonrisa de tu rostro, cuando me miras.
Especial. Tan perfecto e imperfecto al mismo tiempo, tan tú. Tan extremadamente sincero, tan humilde, tan honrado, tan REAL. Y no hay nada que pueda enamorarme más que eso, que observarte mientras duermes y saber que es conmigo con quien más cómodo te sientes. Que la lluvia de aplausos cesa al cerrar la puerta de casa y son mis brazos los que buscas para descansar del mundo. Y ojalá sea así por siempre, ojalá nuestros caminos no hayan hecho más que empezar una historia en común, con unas huellas que van a pisar sus límites tantos y tantos días de ensueño.
Posdata: voy por ti.
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