A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

lunes, 22 de febrero de 2021

Me pillé los dedos.

Me pillé los dedos de tanta ilusión. Que el sombrero negro fue un agujero oscuro y tenebroso que me hizo temblar de angustia cuando de un portazo te fuiste, sin darme cuenta. Y la magia que subió como la pólvora en el asiento de tu coche rojo, hoy descendía a tal velocidad que me quemaba los párpados si intentaba recuperar las cenizas que caían de lo alto. Y es que cuando la ilusión se cuela en el alma con tanta fuerza  e intensidad, deja un socavón profundo si decide retirarse sin aviso. 

Tengo sed, de una sonrisa que no contemplo; tengo hambre, de unos besos que ya no tengo; tengo ganas, de hacerte mío y quedarme sin aliento; tengo rimas, que sangran más y más por dentro. Y no te encuentro. Estoy a ciegas.



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