A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

miércoles, 24 de febrero de 2021

Y el reloj no importó.

Me volviste loca, tan loca que la lluvia invadió mi alma y me ahogaba detrás de un portazo que sin existir, yo misma había imaginado. Pero entonces volviste. Volviste y el sol salió tan de prisa que su calor me pintó una sonrisa del tamaño de una felicidad infinita. Volviste y tu abrazo fue el alivio más grande que nunca antes había sentido. Y aquella magia que creí haberse escurrido volvió a enredarme entre las sábanas de un sueño que no hacía más que recordarme que los interrogantes solo sirven para hacerse daño, en tu ausencia. Y no tienen sentido. 

Tus dedos paseaban suavemente por mi cintura, acariciando con suavidad mi piel, y tus ojos se perdieron en los míos con tal facilidad, como si no hubiéramos pasado un solo instante en la distancia. Susurré a tus oídos "me encantas" tantas veces y mi voz no fue más que la tenue banda sonora de uno de esos momentos favoritos que se quedarán marcados en mi pecho para siempre. "Estás más guapa que nunca", suspiraste. Y el reloj no importó, y los toques de queda... tampoco.



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