A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

viernes, 22 de enero de 2021

Él.

Él me habla. A través de una puesta de sol, a través de una sonrisa, a través de aquel momento que se queda grabado en mi corazón para siempre. Él me cuida desde muy cerca, aunque no pueda verlo. Y a veces tengo vértigo, pero luego recuerdo que Él está conmigo y me siento más fuerte que nunca. Como un padre que mira a su hija con ojos de cristal, deseando que sea feliz, que tome decisiones que le hagan llegar hasta donde está llamada a llegar. Que le hagan vivir, que le hagan vibrar, que le hagan disfrutar de un camino lleno de interrogantes que deberá resolver. 

Y ojalá nunca se sienta sola, y ojalá note su mano acariciar su espalda cada vez que no sepa hacia donde dirigir sus pasos. Ojalá sepa escuchar, y seguir aquel destino que Él marcó para ella; que él marcó para mi. 






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