A veces se hacen promesas, simplemente vuelan las palabras en el aire, y por un momento estás plenamente convencido de que vas a cumplirlo, te armas de valor y asientes en tu interior, como si nada ni nadie fuera a impedir aquello. Pero de pronto el corazón grita que aquello no es posible, y la cabeza contradice como de costumbre. Y llega la hora de la verdad e intentas ser fuerte, mantener la compostura, no flaquear, no rendirte. Y parece que lo has logrado, pero algo llega, y parece que el corazón va a vencer, tu intentas evitarlo, pero suele ganarte y esta vez no se queda rezagado. Y sin darte cuenta aquella promesa se esfuma, se desvanece, y se encuentra ya muy lejos, pero esta vez ya no es una promesa, son solo palabras rotas, que una vez, tuvieron un sentido.
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