Ronroneo de algún aparato que se confunde con la lluvia trasera al cristal, aire compacto que apenas permite respirar con facilidad, el crujir de los muebles provocado por el paso del tiempo, los ojos cerrados.
Sientes el colchón bajo tu cuerpo, que se desplomó hace unas horas y no logra moverse de ninguna forma. Tan solo permanece inmóvil.
Quizá te estés preguntando qué hora es, por el sencillo motivo de no haber escuchado el sonido del viejo despertador, o tal vez no lo recuerdes.
Solo sabes que ha vuelto la monotonía de los días lluviosos de aquello que llaman primavera.
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