Nunca era lo suficientemente perfecto. Siempre había un pequeño fallo que destruía cualquier ideal de perfección. Y no quería pero no encontraba solución, incluso se planteaba desistir. Abandonar. Jamás iba a encontrar aquello que anhelaba, pues parecía ser que no existía y no había más remedio que ponerle un fin. Pero un esbozo de esperanza permanecía en su corazón, y algo le hizo ver que no podía exigir aquello que no merecía. Tal vez debes cambiar, debes aprender a amar las imperfecciones, y de ese modo, serás realmente feliz.
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