Un nuevo amanecer. Cuando las nubes parecían haber llenado cada hueco del cielo, cuando el mar me llegaba a la garganta y apenas podía respirar, cuando el sol ardía y quemaba cada poro de mi piel, apareció la brisa cálida de tu mirada atenta. De tus ojos oscuros, de tu risa nerviosa, de mis nervios al verte. Y qué ganas de tenerte, de bailar contigo hasta olvidar el tiempo, de escucharte bajo las estrellas de un cielo tan incierto. Llegaste para salvarme, de mi misma, de un amor que me rasgaba por dentro. Llegaste para recordarme que la vida también regala sonrisas porque sí, y esta vez llevan tu nombre.
Bendita casualidad, conocerte tan de repente. Bendita casualidad, compartir el mismo cielo.
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