Rutina. Un hombre sentado en el suelo del andén. Y mira la hora, otra vez. La otra mitad del andén está vacía, o tal vez, demasiado llena de rutina.
Hombres, mujeres, mecanizados, con ojeras y casi malas caras, con las sábanas pegadas, permanecen inmóviles, quietos, en la triste estación.
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