Sonidos y luces. Te es casi imposible separar tus ojos de los suyos, tan llenos de amor y ternura, pero alzas la vista, ahí llega, el tren. El mismo que os volvió a unir, el mismo que ahora os separa. Aquel que viste como amigo, ahora se acerca, debes subir. No quieres. Lo amas. Has pasado unos día increíbles a su lado, llenos de amor, sorpresas, ilusiones, besos, caricias y abrazos. Grabas su imagen instantes antes de montarte, él te sonríe, parece que susurra que te ama, que pronto volverá, que su corazón es tuyo, que eres su princesita. Y de pronto tus pies desafían al corazón, y voltean tu cuerpo haciendo de ti un pasajero más, con lágrimas en los ojos, y suplicando que alguien te dé el valor de volver junto a él y abandonar aquel triste vagón. Pero de pronto las puertas crujen bajo tus pies, que tiemblan observando el movimiento de aquel paisaje que tanto echaras de menos, y aquella mirada que se clava en tus ojos se despide con dolor, a través de un sucio cristal. Se fue. Y ya quieres que vuelva.
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