A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Ocho, y cada vez más

Ocho. Y cada vez más. Cada vez amas más su sonrisa, su olor, su mirada y sus abrazos. Te sientes cada vez más feliz a su lado, y cuando te alejas de él lo echas demasiado de menos. Piensas todo el tiempo en qué estará haciendo, y sueñas con un futuro a su lado. Solo oír su nombre sonríes, adoras oler a él después de un día juntos, y te encanta pasear de su mano, sin importar el lugar, tan solo su presencia. Si peleáis, sientes que el mundo se te echa encima, apenas puedes respirar, y aunque no quieras, lloras, tanto, que tal vez te asusta, porque es entonces cuando te das cuenta de que lo que sientes es lo más verdadero que has sentido jamás. Te gusta hacerlo reír, que se ponga celoso, que te mire disimulando de reojo, que te cante canciones y que te demuestre que te quiere mucho, y te cuide y trate como una princesa. Sueñas con despertar y leer un buenos días, ya que todavía no puedes despertar a su lado, y el corazón te late muy de prisa después de unos días sin verle. Cada segundo que pasa te enamoras más de él, y lo peor de todo es, que te encanta, y que quieres que así sea, para el resto de tus días. 


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