A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

martes, 25 de septiembre de 2012

Insomnio

No logras conciliar el sueño. Tus pies desnudos se asoman por debajo del edredón caliente en busca de aire fresco. 
Tu cabeza da vueltas y vueltas a una almohada que te acompaña cada noche en tus sueños, y el colchón parece que está tal vez demasiado blando. 
Tus ojos brillan en una negra oscuridad que se ha vuelto invasora de la habitación y tu mente comienza a volar y viajar entre los sueños y deseos que se esconden en tu corazón. 
Contar ovejas está ya muy visto, así que decides cerrar los ojos e imaginar que lo tienes al lado, a él. Sí, ya lo oyes respirar, y de pronto te agarra la mano y te susurra: buenas noches princesa. 
No puedes evitar sonreír. 
Su voz suena como de costumbre, grabe y dulce, y sus dedos acarician los tuyos con suavidad. Poco a poco sientes que flotas, que pierdes la noción de los segundos, que ya te has dormido. 
Y cuando te despiertes, tal vez desees volver a soñar que estaba a tu lado, llamándote princesa.


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