A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Lo grabé en las piedras.

Lo grabé en las piedras que se clavaban en mi corazón mientras me convencía a mí misma de que sí, que el tiempo es el único que puede echarnos una mano. 
Que hay tantas cosas que flotan en el aire, pidiendo a gritos ser realizadas, que me asusto, y solo puedo sonreír cruzando los dedos, mirando mi reloj de vez en cuando. 
Como si esperase que llegue el momento en el que alguien me diga: estás lista, corre, tu corazón vive como aquellos días en los que nadie se atrevió a arañar la música de sus latidos. 
Y cada segundo que pasa, es uno menos que queda para decirle a tus manos, que cada vez que las rozo, las mías desean no soltarse nunca.


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