Colgar el teléfono con tristeza, con dolor de no saber qué ocurre, qué ha cambiado nuestro amor.
Apenas comprendí tus palabras y ya colgabas, apenas comprendí las mías, y lo cierto es que acepté haberme vuelto loca y no pedí siquiera remedio, pues no me importaba.
El miedo era sangre que corría entre mis venas, y la resignación me envolvía cuidadosamente.
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