A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

martes, 9 de julio de 2013

Destino adverso.

Solía creer en el destino, en aquellos hilos que nos movían a menudo, por no decir siempre. Solía creerlo, en serio, pero ya no quería, esa vez era distinto, el destino me era adverso, y yo entraba en aquellas puertas preciosas sin sentido, en las que entrar es tentador, pero para salir se requiere de un esfuerzo que yo, tal vez, no sería capaz de soportar. 
Pero no me importaba, y seguía andando, a pesar de saber que tal vez el sufrimiento seguía al arco iris, y me esperaba una lluvia espesa de dolor.


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