A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

martes, 25 de febrero de 2014

Dime dónde.

¿Dónde? Dime dónde has estado el resto de mi vida, y dime porqué después de conocerte ya no puedo imaginarla sin ti. Dime porqué cuando sonríes me pierdo en tus labios, porqué sueño día y noche con tenerte entre mis brazos.  
Como aquellas escaleras que subíamos aquella tarde, cuando cada peldaño era una descarga sobre mi corazón que latía a toda prisa. Tranquila, solo te estás enamorando. ¿Solo? y se escapaba una de esas sonrisas tan peligrosas.
Cerremos los ojos e imaginemos una puesta de sol, un beso en la frente, el suave sonido de tu respirar en el silencio de palabras que callan para dar paso a la complicidad de una mirada. Y nuestras manos en tus bolsillos, y si te caes, yo caigo contigo.




jueves, 20 de febrero de 2014

Sí, tú.

¿Pequeñas cosas que me hacen sonreír? Sí, tú. Tú y tus ganas de verme, tus abrazos, tus canciones, tus ojos sonriendo a través de un retrovisor. Corremos muy deprisa, y no me sueltes, que a tu lado pierdo el equilibrio entre tu risa y nuestras manos que juegan a no soltarse nunca. 
Como cuando te veo de repente y me gritas que corra a tu lado, que me estabas esperando. Como cuando cierro los ojos e imagino una mañana de invierno tocando la guitarra sobre el mar. Y el sol también nos sonreía, y las horas volaban tan deprisa que perdimos la noción del tiempo mientras sonaba alguna canción de aquellas que hoy me hacen sonreír al recordarte. Y sí, son pequeñas cosas. Y me hacen sonreír.




lunes, 10 de febrero de 2014

PLAY ►

PLAY ► Y empezaron a sonar las notas de aquella canción mientras observaba su sonrisa, sus ojos. Era él, y apenas podía creerlo. Decía que era el mismo de ayer, y tantos momentos estallaban en mi cabeza. Aguanta las lágrimas, insistía. Su voz, su todo. Y volvía a ser la princesa de sus sueños encantados, y él fue la respuesta a todos mis fracasos en su ausencia. Cada paso sin él, fue un continuo retroceso.
Y los segundos pasaban, y la música entraba en nosotros golpeando aquello tan enterrado, que cuando lo creímos muerto fue cuando estuvo más vivo, que cuando cerré los ojos, aumentaron mis latidos. Tan cerca y tan lejos, tan prohibido, tan deseado, tan... nosotros. Otra vez. Y las últimas notas, sonaron.



miércoles, 5 de febrero de 2014

PD: a este invierno le faltan guerras.

No, no tengo noticias tuyas, no se nada de ti. No se nada de aquellas tardes de invierno en las que no contábamos las horas, nos las comíamos. En las que cantábamos canciones mientras me preparabas un chocolate caliente que más tarde sería el arma de la guerra más dulce, donde las balas eran besos y las heridas manchas marrones de cacao y azúcar en terrones. Lágrimas de tanta risa, carreras por los pasillos, cojines sin plumas.
Las bombas eran cosquillas, de aquellas que también matan y cortan la respiración. Pero, ¿para qué queríamos respirar, si podíamos dejarnos sin aliento? Y así pasábamos las tardes, viviendo sueños, matando horas, subiendo y bajando las paredes de los días de invierno. 


PD: a este invierno le faltan guerras.




martes, 4 de febrero de 2014

Bajo cero.

Es cuando las paredes se te echan encima, cuando los huesos se te hielan de ausencia, cuando tu estado de ánimo se encuentra bajo cero. No sé porqué me acostumbré tanto a tus caricias y hoy dueles más que nunca. Este frío me come poco a poco, como si me desgastara por el simple hecho de que el tiempo sigue pasando y todo empieza a llegar demasiado tarde. 
Tengo la sensación de que ni siquiera yo me entiendo, de que la soledad se empeña en hacerme compañía. Unas notas, una canción, sonaron en aquel cielo, aquella noche sin estrellas, cuando tú y yo lanzábamos un globo rojo y se elevaba perdiéndose en la noche, tan fría. Pero esa noche se vuelve contra mi pecho y lo hace estremecer. Aquel globo, aquel amor, se iba tan lejos que nuestras miradas no podían alcanzarlo. Tan lejos. Quizá demasiado. 




domingo, 2 de febrero de 2014

Aquellos días, en los que no dolías.

Me duelen los labios de no besarte, las manos de no rozar las tuyas, los pies de no andar a tu lado. Y es que cada mañana me levanto sin tu sonrisa, sin tus palabras, sin tus 'buenos días, princesa'. Sí, lo mejor fue decirte adiós, y a pesar de que suena a tortura esto de amarte y alejarme al mismo tiempo, no había otro camino en la oscuridad en la que estábamos sumergidos. 

Y voy cargando la maleta de nuestros recuerdos que tanto pesan, y no cierra bien. O tal vez no quiera cerrarla. Me llaman masoquista, y es que cada vez que me propongo olvidarte empiezo a recordarte de nuevo;  aquellos días, en los que tu apellido iba detrás de mi nombre, aquellos días, en los que no dolías.


sábado, 1 de febrero de 2014

Sábados de naufragio.

Sábados, paseos en pijama por los cristales empañados de tu vida, mientras suena alguna canción de fondo. Alguna de esas que apedrea recuerdos contra tu cabeza, contra tus ganas de salir del refugio de tus sábanas, de ir a luchar tu realidad otra vez. 
Sábados de soledad, de cerrar los ojos y dejarte llevar por el silencio, por la nada más profunda. Mañanas vacías, cielos sin estrellas, corazones rotos. 
Sábados sin inspiración, con demasiadas ganas de tener ganas de algo, de soltar el nudo que aprieta las lágrimas acumuladas en el fondo de tu garganta. 
Sábados en la cama, siendo náufrago de una realidad que se esconde entre tantos sueños sin resolver.