A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

miércoles, 10 de julio de 2013

Entre miedo y tristeza.

Colgar el teléfono con tristeza, con dolor de no saber qué ocurre, qué ha cambiado nuestro amor. 
Apenas comprendí tus palabras y ya colgabas, apenas comprendí las mías, y lo cierto es que acepté haberme vuelto loca y no pedí siquiera remedio, pues no me importaba. 
El miedo era sangre que corría entre mis venas, y la resignación me envolvía cuidadosamente.



martes, 9 de julio de 2013

Tal vez soy estúpida.

Y rompías mis esquemas de nuevo, derramando mis planes ya vacíos de sentido. 
Tú, me amabas, y tocabas mi fibra, mi corazoncito latía de amor, y el fuego volvía, asustándome. 
Y me daba cuenta de que estabas tan dentro de mi que apenas podía pensar en dejarte, y rompía mi alma imaginando una vida lejos de ti. 
Sí, tal vez me había acostumbrado, sí, pero mi fondo me decía que tanto te amaba que te necesitaba, porque el amor mata tanto, que confundo lo nuestro con un calvario voluntario, y tal vez soy estúpida, pero te quiero seguir amando.


Silencio.

Silencio, las palabras sobran en este momento congelado. Háblame con tu arte de robarme la respiración con tu sola presencia. Haz que sienta que me arrancas el corazón para acelerarlo cada vez que rozas mis manos. 
Piérdeme en tu mirada, en la esencia de tus ojos oscuros, que matan tanto, que hacen que muera si no te tengo cerca. No hagas nada, solo te pido que estés, porque si estás, no me falta nada.


Recuerda.

Que el ayer no vuelve, recuerda. 
Que las palabras no dichas no existen fuera del dolor que te provoca no haberlas soltado, y te golpea, así como de repente. 
Que aquello que nunca hiciste por miedo, se volverá en tu contra. 
Que hay veces que sí, que nos auto engañamos para negar el miedo, que fingimos para soñar, pero el mundo no espera.


Rompecabezas.

Y me encontraba en medio de un rompecabezas sin sentido, con pedazos rotos por el miedo y el dolor que crecían en mi. 
Que era la época de sufrir, del trance entre el con o sin ti. 
Y supongo que me mataba saber que era imposible impedir que mi corazón se encogiera haciéndose tan pequeño que convertido en lágrimas se diera a conocer poco a poco. 
Y casi llovía a cántaros. O eso veían mis ojos.


Destino adverso.

Solía creer en el destino, en aquellos hilos que nos movían a menudo, por no decir siempre. Solía creerlo, en serio, pero ya no quería, esa vez era distinto, el destino me era adverso, y yo entraba en aquellas puertas preciosas sin sentido, en las que entrar es tentador, pero para salir se requiere de un esfuerzo que yo, tal vez, no sería capaz de soportar. 
Pero no me importaba, y seguía andando, a pesar de saber que tal vez el sufrimiento seguía al arco iris, y me esperaba una lluvia espesa de dolor.


En la dura batalla de nuestro amor.

Y desconocía la razón de aquella sensación, pero no me gustaba. Y sabía que algo malo se escondía tras la mascara del 'nada ocurre' (pero duele). 
Y comencé a convencerme a mi misma de que los malos momentos son así, llegan veloces y se van lentamente, pero terminan yéndose. Pero tanto me dolía estar así contigo, pero apenas me veía capaz de llamarte para solucionar lo ocurrido. 
Como si sufrir fuera obligación en aquel instante que me mataba. 
Como si estuviera ya exhausta de luchar, y poco a poco me diera por vencida en la dura batalla de nuestro amor.


Tú, callado.

Te vi. Tú. Callado, sentado, mirando un horizonte inexistente, perdiendo la mirada en pensamientos tan lejanos que apenas podía leer en tus ojos. 
De pronto, tu mirar se encuentra con el mío, y yo me asusto. Y tus ojos gritan a los míos, y mi corazón se altera. 
Tú y yo, imposible. No quiero entender qué comenta tu mirada, no quiero saber si tú también te preguntas qué veo en mi horizonte, o si quiero compartir el tuyo. Prefiero vivir sin saberlo, así, en la lejanía de desconocer qué esconde tu mirada.


lunes, 8 de julio de 2013

Dejarse llevar.

Tan difícil de dominar, y es que lo sentía tan dentro que apenas encontraba palabras para expresar lo que sentía. Y lo peor de todo es que no temía, que me lanzaba, que el vacío no era mi enemigo, que el peligro tal vez me llamaba, y mi corazón iba flechado. 
Y es que perdí la voluntad para no mirar en la profundidad de sus ojos, para no seguir el juego que se inició solo, así, sin palabras. 
Pero es que, ¿qué son las palabras cuando hay tanto sentimiento? Y fue entonces cuando entendí las historias de amores a primera vista, de saber que encajas antes de todo, de sentir y dejarse llevar, hacia él.