A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

jueves, 24 de mayo de 2012

Nostalgia

Y vas pasando las páginas del álbum con una sonrisa, y de vez en cuando gritas: -¡Oh, me acuerdo de ese momento!- y sigues sonriendo al recordar cada momento de tu infancia, cuando soñabas con ser una princesa e imaginabas que vivías en un castillo muy grande, y la vida era tan fácil. Cuando convertías cuatro sillas viejas en un tren a gran velocidad, cuando creabas mundos increíbles con solo un par de muñecas de papel. Y aquel mundo que pensabas que nunca iba a terminar, ahora lo recuerdas con nostalgia, deseando por un instante volver a soplar las velas de tu sexto cumpleaños, abrir cada regalo con tantas ganas y esa expresión de intensa alegría en el día más esperado. Repartir las invitaciones de tu fiesta de cumpleaños y contar los días que faltan para que llegue. 
Luego llegan las navidades. Recuerdas noche buena, la noche más mágica de las noches, cuando no te atreves a mover mi un músculo en la cama, por el simple miedo de que Santa Claus te oiga y no te deje ninguna sorpresa. Los nervios que recorrían tu cuerpo. 
Pero el tiempo no espera, y pasan y pasan las horas, y cada día es un día más de vida, pero a la vez, es uno menos. Y cierras el álbum, y quizá cuando vuelvas a abrirlo, volverás a recordar lo mismo, volverás a ser pequeña de nuevo, inmersa en aquellas imágenes congeladas en el tiempo.



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