A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Pequeña princesita

Pensaba que se había vuelto loca, pues era la primera vez. Nunca antes había llorado por amor, por desear tanto el cariño de ese alguien que la hacía sonreír con su sola presencia. 
Ella era una princesa en su mundo, y lo necesitaba a él para que todo fuera perfecto. Su mirada aquel día era triste, pues todo cuanto había soñado se escurría por unas lágrimas que descendían rápidas por aquellas sonrojadas mejillas tristes. Aquel príncipe había guardado su capa, para marcharse lejos de ella, pues desconocía sus sentimientos. 
Casi cuando ya se iba, ella corrió a su encuentro, suplicando entre mil ruegos y declaraciones, que no se fuera, pues ella necesitaba entregarle todo su amor. Él quedó muy sorprendido ante aquel hecho, y aquellos tristes ojitos suplicadores, lograron que el príncipe acojiera en sus tiernos brazos a la pequeña princesita, susurrando que gracias a su valentía, había por fin encontrado el amor, pues lo veía escrito y reflejo en sus ojos.


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