Sí. Lo ha dicho, y yo, soñaba. No. Era cierto. Hablaba serio, pero se sonrojaba, la vergüenza le invadía los ojos oscuros mientras se atrevía a articular las palabras: No me imagino mi vida sin ti.
De tan bonito se le fue lo cursi. Resultaba increíble escuchar aquello, por primera vez, deseando que no saliera de otros labios. No faltaron, y las lágrimas asomaban por la cola de mis ojos.
Tan mojadas como siempre, pero llenas de felicidad, te costaba hablar, solo deseabas abrazarlo mucho mas.
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