A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Huír de la realidad


Rojos, aquellos ojos que lloran sentimientos, desahogando penas, y se habían armado de mil valores para darse a entender. 
Pestañas lluviosas, cubrían las lagrimas derramadas. Un pecho cada vez más pequeño y un nudo en la garganta. 
Tan grande es, que apenas permite que pase el aire, te ahogas en llanto. Ríos de amores perdidos, de recuerdos rotos, de mundos locos. 
Parpados que pasan sueño, de tanta tristeza, que llaman a soñar un mundo mejor en cualquier otro lugar, huyendo de la realidad. 



Caen


Lloras con ese pensamiento aferrando a ti, caen, deprisa o despacio, no reparas en ese pequeño detalle. 
Manos temblorosas, juegan con el ritmo de tu corazón acelerado. Tristeza, dolor, desesperación. 
Cuando desahogas todas tus preocupaciones en un vaso de lagrimas. 
Sonrisas que huyen del momento, alegrías que desaparecen, tan solo dejan unos ojos húmedos, que gritan consolación.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Se paró el tiempo

Se paró el tiempo. Solo tu corazón, muy deprisa, intentaba sin logro escapar de tu pecho. Correr, lejos, escapar de aquel momento, evitar más lágrimas no podías más, el cielo se te había caído encima. Él, un muro, y tú. 
no era una opción, era algo que iba sujeto al momento, tal vez para que fuera más difícil de recordar el instante, pues los ojos se empañaban evitando el nítido recuerdo. 
A pesar de todo, sabías, que jamás lo olvidarías, que te habías derrumbado, que nada podía cambiarlo. Solo él. No, ni él. Él era solo 'un amigo'.


Miedo

Miedo. Unos párpados apretados con fuerza, a juego con unas manos que tiemblan de terror. Imágenes, que se van grabando en tu interior, que más tarde lucharás sin mérito por borrar de tu mente. 
Miedo. Duda de tus capacidades, aceptación de una clásica inferioridad ante aquello que asusta. 
Miedo de estar con alguien, o de quedarse solo. De avanzar en vano, de detenerse antes de tiempo. Terror a lo desconocido, o a conocer demasiado. A querer estar con alguien, a no querer. Piernas que tiemblan, voces que callan, pensamientos que mueren, miradas que se evitan. 
Miedo a fallar, al qué pensarán. A decepcionar, a ilusionar. Caer en rutina, crecer deprisa, dejarse llevar demasiado. 
Miedo que mata la felicidad, felicidad muerta de miedo.




Era cierto

Sí. Lo ha dicho, y yo, soñaba. No. Era cierto. Hablaba serio, pero se sonrojaba, la vergüenza le invadía los ojos oscuros mientras se atrevía a articular las palabras: No me imagino mi vida sin ti. 
De tan bonito se le fue lo cursi. Resultaba increíble escuchar aquello, por primera vez, deseando que no saliera de otros labios. No faltaron, y las lágrimas asomaban por la cola de mis ojos. 
Tan mojadas como siempre, pero llenas de felicidad, te costaba hablar, solo deseabas abrazarlo mucho mas.



Distinto

Distinto, mucho mejor. Un tono suave, su voz, y pronuncia palabras con tanta sinceridad e ilusión, que sientes ser la persona más afortunada del mundo. 
Piensas realmente que no mereces tanto amor, que eres muy feliz. Él te abraza, y te besa con tanto cariño, que tu corazón queda atrapado en su magia, en un eterno deseo de permanecer a su lado siempre. 
Cierras los ojos suplicando al tiempo que ralentice sus segundos, pues sus ojos gritan necesidad de estar unidos más horas, días, e incluso para siempre.


Pequeña princesita

Pensaba que se había vuelto loca, pues era la primera vez. Nunca antes había llorado por amor, por desear tanto el cariño de ese alguien que la hacía sonreír con su sola presencia. 
Ella era una princesa en su mundo, y lo necesitaba a él para que todo fuera perfecto. Su mirada aquel día era triste, pues todo cuanto había soñado se escurría por unas lágrimas que descendían rápidas por aquellas sonrojadas mejillas tristes. Aquel príncipe había guardado su capa, para marcharse lejos de ella, pues desconocía sus sentimientos. 
Casi cuando ya se iba, ella corrió a su encuentro, suplicando entre mil ruegos y declaraciones, que no se fuera, pues ella necesitaba entregarle todo su amor. Él quedó muy sorprendido ante aquel hecho, y aquellos tristes ojitos suplicadores, lograron que el príncipe acojiera en sus tiernos brazos a la pequeña princesita, susurrando que gracias a su valentía, había por fin encontrado el amor, pues lo veía escrito y reflejo en sus ojos.


Todo por perdido

Cuando ya lo has dado todo por perdido, cuando lo único que te queda es un lo siento, entonces, si realmente te importa aquello que estas perdiendo, lo das todo de ti, tanto das, que agotas todas tus fuerzas luchando por aquello que amas. 
Él se iba, y yo mantenía mi triste mirada ahí, paralizada, observando sus dedos asomarse por la barandilla de la larga escalera de madera. Los pies, no respondían. Y fue entonces, piensas, y te das cuenta de que debes dejarlo todo, tan solo seguirlo, ya no puedes perder nada más, pues estas totalmente perdido. 
Corres, deslizando tus zapatos por los fríos peldaños, en su búsqueda. No puede haber ido muy lejos. Alzas la vista una vez estás fuera. Nada. Lágrimas, de nuevo. De pronto le ves, se va, despacio y casi decididos, sus pasos se alejan. Corres tanto, solo piensas en alcanzarlo. Y por fin lo logras. Y tras muchas palabras, la ilusión que no esperabas, te abraza en su perfume.