Todos quieren que madures, que te hagas mayor de una vez, te dicen que estás en una edad en que no eres ni niño ni un chico mayor, eres 'eso' entre medio. Y tú estás harto. En tu interior quieres ser ese niño pequeñito que apenas aprendía a hablar, que le dolía la boca cuando le salían los dientes y a las siete de la tarde se acostaba y soñaba que era un niño mayor, y que ayudaba a su mamá en la casa.
Tú quieres jugar pero te da vergüenza, y te empieza a gustar aquella niña tan bonita a la que no te atreves a hablar pero lo deseas con todas tus fuerzas, y es que también te da vergüenza. Entonces tu madre te declara mayor para unas cosas y pequeño para otras. A ti te gustaría hacerla reflexionar y decirle que si ya eres mayor, lo eres para todo, y si eres pequeño todavía, que te dejen vivir en paz. Pero ella insiste que estás 'en medio'. Y empiezas a pensar que están todos locos, o simplemente, que nadie te entiende. Pero tal vez solo haya sido un día malo, pero ves que dura mucho, ya llevas dos meses igual. Y no te hace ninguna gracia. No te gusta crecer. Quieres volver a empezar, estallar en llanto al nacer, que todos te quieran ver y ser el centro de atención, que te traigan mil flores de todos los colores, y te regalen todo aquello que puedas imaginar. Y todos sean felices gracias a ti, y feliciten a tu familia, y no enterarte de nada.
Pero aquello ya pasó, y así pasará también esta época de ahora, o eso quieres pensar. Y luego ya serás un chico mayor, de esos que se acuestan tarde repasando la lección. De esos que se atreven a hablar con las chicas bonitas. Pero esos chicos ya no juegan con juguetes. Así que, pensándolo bien, mejor te quedas siendo un niño pequeñito.
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