A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

martes, 12 de noviembre de 2013

Dos pares de calcetines.

Un par de calcetines bajo la cama, era domingo, temprano, aún no había amanecido. Imaginé qué estarías haciendo, tú, tan lejos y a la vez tan cerca de mis recuerdos. De mis ganas de encontrar dos pares de calcetines, dos tazas de café por las mañanas, dos besos en la frente al despertar. 
Tú. Y tanto polvo alrededor de tu nombre, y tanta niebla en el paisaje del olvido, como cuando el tren se iba y apenas tuvimos el valor de alzar las cabezas mientras gritábamos en silencio.
Hay amaneceres que matan más que muchas noches, que te recuerdan que vas a pasar otro día vacío, esperando despertar de la pesadilla de tu ausencia. Que quiero verte llegar de puntillas por detrás de mis pasos, quiero sentir tus manos sobre mis ojos y la sonrisa que me provocaba sentir tu olor, tu calor, tu presencia. Que muero un poco más cada vez que vivo, y solo a tu lado valdría la pena.



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