A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Frío de ausencia.

Fría, la calle estaba fría, las ruedas de los coches heladas, del cielo caía piedra, caían gritos de dolor. La noche abrazaba las pocas criaturas que asomaban sus narices, por entre las rejas de los balcones de su soledad, mientras yo, helada, apenas existía fuera de mis pensamientos. 
Entre tantos copos, la nieve nubló mi vida, y el llanto se escapaba, huyendo con cada parpadeo de mis ojos vacíos, o llenos de una nada tan extensa que podías perderte si no mirabas más allá de la cruda realidad. Bloqueo de un reloj, y temblaban mis manos, a más velocidad que las agujas que marcaban cómo el viento clavaba los cuchillos de tu ausencia en cada poro de mi piel. 
Y así, la soledad, poco a poco se convertía en mi mejor respuesta, en el 'nunca voy a fallarte', que crujía bajo mis pies, aquellos, fríos. 



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Parece que fue ayer.

Parece que fue ayer cuando nos besamos por primera vez, cuando sentí aquellas mariposas en el estómago, cuando escribí la primera nota en este blog pensando en ti. Parece que fue ayer cuando empezamos a andar juntos bajo el sol, bajo la lluvia, sobre las nubes. El tiempo empleó un juego sucio, y el ayer está hoy tan lejos, que asusta. 
Que asusta ver tus fotos con miedo a romperme más por dentro, con miedo a no tenerte, a verte al lado de otra, a que escuches nuestras canciones y no recuerdes todo lo que fuimos, todo lo que volaba en el aire cuando nosotros éramos los pilotos de nuestra historia. Y es todo tan confuso que ni siquiera me he propuesto olvidar, y es que olvidarlo todo sería como morir por completo.
Porque he aprendido a respirar solo de recuerdos, ya que es la única manera de conservar tus manos menos lejos de las mías. Y sí, anoche me dormí con lágrimas en la almohada, pero jamás te lo diré, y tal vez mencione que desperté con una sonrisa, por haber soñado con mi reflejo, en tus ojos.



martes, 12 de noviembre de 2013

Dos pares de calcetines.

Un par de calcetines bajo la cama, era domingo, temprano, aún no había amanecido. Imaginé qué estarías haciendo, tú, tan lejos y a la vez tan cerca de mis recuerdos. De mis ganas de encontrar dos pares de calcetines, dos tazas de café por las mañanas, dos besos en la frente al despertar. 
Tú. Y tanto polvo alrededor de tu nombre, y tanta niebla en el paisaje del olvido, como cuando el tren se iba y apenas tuvimos el valor de alzar las cabezas mientras gritábamos en silencio.
Hay amaneceres que matan más que muchas noches, que te recuerdan que vas a pasar otro día vacío, esperando despertar de la pesadilla de tu ausencia. Que quiero verte llegar de puntillas por detrás de mis pasos, quiero sentir tus manos sobre mis ojos y la sonrisa que me provocaba sentir tu olor, tu calor, tu presencia. Que muero un poco más cada vez que vivo, y solo a tu lado valdría la pena.



lunes, 11 de noviembre de 2013

Muchas noches más.

Estaba oscuro. Desperté y te oía respirar suavemente entre las finas sábanas de algodón. No pude evitar sonreír mientras palpaba tu brazo en mi cintura, que casi me dejaba sin respiración. No sabía cuanto tiempo llevábamos inmersos en nuestros sueños, pero deseé poder despertar sintiéndote a mi lado muchas noches más. 
Los suaves golpes de la lluvia acompañaban tu respirar desde fuera, desde el frío de mediados de noviembre, desde la luna llena que iluminaba tu rostro, colándose entre los pequeños hilos de la cortina que cubría la triste ventana. 
Empecé a tararear alguna canción de aquellas que hace tiempo que no escuchas, pero sigue en tu memoria. Cantaba muy bajito, y susurrando las pocas palabras que recordaba a tu oídos. Pronto, sonreíste. 

-Me encanta esa canción, tu voz, me encantas...

-Vaya... no quería despertarte, sigue soñando, que yo seguiré cantándote.

-No, no estoy seguro de haber despertado...