A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

jueves, 11 de octubre de 2012

Masoquismo

Masoquismo. Saber que duele, pero no te importa lo suficiente como para abandonar, y seguir insistiendo  metiendo el dedo en la yaga, muy profundo. 
Y casi retorcerse de tanto que duele, pues debías de haberlo imaginado. Y una vez cesan las palabras, el dolor no desaparece, sino que aumenta, pues tu mente comienza a crear pensamientos a partir de aquello, y tú, en vez de evitarlos, aún los piensas más, sufriendo y llorando de rabia, con lágrimas que parecen resbalar por entre los poros de tu piel. 
Tu respiración no es acompasada, sino que se llena de recortes y apenas pues inhalar un soplo de aire. Sufres, pero no te das cuenta de que no vale la pena, pues todo eso ocurre por tu alto nivel de masoquismo, por tus escasas ganas de cesar de pensar en aquello, pues te vuelve loco la posibilidad de que sea cierto, pero en tu interior sabes que solo estás sufriendo por tu culpa.

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