Tu voz, tus manos, tus calcetines desteñidos y el rojo de tus zapatos.
Mis paseos por tu mirada, esas ganas de hacer tanto, de no perdernos nada.
Echarte de menos cuando aún no te has ido, soñarte en las noches que no estás conmigo.
Crecer, volar, estallar, morir de amor observando tu sonrisa, y pensar que podría llegar a ser yo el motivo.
Doblar la esquina y querer regresar a tu lado, y perdernos en un beso más largo de la cuenta, a propósito.
Gritar, bailar, cantar juntos. Demostrarle a la vida que tenemos toda nuestra ilusión en ella, y confiamos en que no va a fallarnos.
Escalar, tantas rocas, y después perdernos en el mar, en el azul de aquella rosa, o del cielo de aquella primera vez, o de un color favorito.
Y que nada nos importe, perder los relojes entre la noción del tiempo y tu sonrisa. Y no hables, que el silencio va a conjunto con los soñadores que hablan más con los ojos que con los labios.
Pero sobre todo quiéreme, sí; como se quiere por primera vez.