A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Con los sueños más rotos.

Me miraba los zapatos que volaban en el aire, en el vacío que se alzaba por debajo de aquel puente de plata, reflejado en las aguas que pasaban por debajo de él. Parpadeé. Una lágrima desprendía de mis ojos más sentimiento del que nadie pueda imaginar, uniéndose a la gran masa de agua transparente como si fuese una más, como si quisiera camuflarse entre tantas gotas vacías de sentido. 
Parecía que iba a llover, los pájaros volaban muy deprisa, y las gentes asomaban sus narices por debajo de todo tipo de paraguas. Yo, permanecía sentada. 
Pronto la lluvia camuflaría mis lágrimas, y la tormenta rompería por mí los gritos que se escondían en mi interior, desde hacía tanto tiempo. 
La segundera de los relojes se pausó por una eternidad, y cerré los párpados lentamente, apretando los puños muy fuerte como sujetando las maderas de aquel puente, camuflando el dolor entre el vértigo, entre el miedo que me causaba irme de aquel lugar con las manos más vacías, con los sueños más rotos, con los candados abiertos por despecho.


miércoles, 16 de octubre de 2013

Y ojalá, que algún día.

El mundo había enloquecido. Todos éramos ruinas. Nos observábamos con miedo a rompernos demasiado otra vez, de caer al precipicio sin paracaídas. De saber que nadie iba a estar ahí para salvarnos de una caída libre que parecía no tener final.
Éramos coraza. Aquella que construíamos para sobrevivir a nuestras propias tormentas interiores, siempre sonriendo. Que la vida es bella, enserio, me decías, con lágrimas en los ojos. Apenas te creí, pero te devolví la sonrisa.
Éramos un conjunto de sensaciones acumuladas en un corazón que andaba loco, latiendo recuerdos que lo quebraban sin querer. Pero nunca se cansaba de morir un poco más. Y así íbamos todos, con cara de lunes cada día, y los ojos vacíos de esperanza.
Y solo espero, que alguien nos salve pronto, antes de que empecemos a olvidar aquel edificio que fuimos antes de todas aquellas ruinas... Y ojalá, que algún día.


domingo, 13 de octubre de 2013

Reflejo.

Llovía, pero no me había dado cuenta hasta que me dijiste: 'cuidado, no vayas a pisar los charcos'. Y fue entonces cuando vi nuestra imagen en aquel pequeño montón de agua que se escurría por entre las baldosas de la calle. 
Tú y yo, sonriendo, con los pelos empapados, cogidos de la mano. 
Hablabas de cosas que no entendía, por estar demasiado atenta mirándote los labios, sin pensar en las palabras que podían salir de ellos. Y tú, apenas reparabas en aquel detalle. Solo hablabas, y los semáforos marcaban nuestras pausas, robándole besos al tiempo, un tiempo tan mojado, que empapaba nuestras ropas poco a poco. Y no nos importaba. 
Y lo mejor de aquella tarde, fue pensar que las gotas de agua que caían por nuestras mejillas, no eran más que una lluvia fría, y que habíamos ahogado las lágrimas del ayer por un momento. Concentrados solamente, en amarnos. Improvisando.