A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

martes, 14 de agosto de 2012

Mariposas

Fue un instante. Recorrió todo mi cuerpo, parecía que procedía del estómago, había muchas, y podía imaginarlas de colores maravillosos. Sentía que no querían marcharse, eran millones de mariposas que de pronto se habían infiltrado en mi interior, y aumentaban o disminuían en función del instante. Estaba a su lado. Me agarraba la mano muy fuerte y a la vez con mucha delicadeza, como si tuviera temor a romperme los dedos, como si estos fueran de porcelana. Yo no podía dejar de sonreír, pues ni la sonrisa era capaz de reflejar tanta felicidad, tanto gozo de estar junto a él. Y nuestros pies decidieron pararse unos en frente de otros, permitiendo que se mezclaran nuestras miradas locamente enamoradas, y nos viéramos envueltos en un abrazo tan bonito que a mi me parecía que las mariposas volaban muy rápido por entre mis huesos. Y yo, sentía que era plenamente feliz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario