A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

jueves, 4 de junio de 2015

Días de tormenta

No voy a escribir triste. No, no voy a ser como aquel que se tortura revisando sus huellas, sino que voy a pisar fuerte nuevos pasos. Qué complejo describir los sentimientos cuando apenas se revelan claramente. Qué pesados los recuerdos en mi espalda, cuando éramos más que fotos escondidas en un cajón extraño, que hoy tememos entreabrir. Y qué pasa si te digo que sonrío porque no me quedan más opciones, que las lágrimas hoy no sirven más que para ablandar con más agudeza el corazón, y que hoy tenemos que ser fuertes. Sí, ya sé que llorar es sano, pero cuidado, que ayer sentí que me hundía, y tuve que pedir socorro. La vida es aquello que sucede mientras tu mente adopta una actitud para verla, y yo elijo vivirla intensamente. 

Un susurro de tus labios se escapó de tu alma y me confesó: "Ya no me quieres". Supe que no lo decías enserio, supe que en tu interior había una tormenta de aquellas que apenas te dejan ver más allá de las cortinas de agua de los problemas que nublan tu mente, minuto a minuto, y matan lentamente. Apenas supe responder, ¿qué puedo decir?, si acabas de dispararme al corazón, que ya suspiraba en pedazos, y ahora no es más que un nudo en mi garganta mientras tú me miras con rabia y me sueltas "Sabía que tenia razón, siempre me has engañado". Una, dos, tres lágrimas se derraman por mi alma, y es que empiezo a creer, que las tormentas se contagian cuando hablamos de amor. 


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