A contracorriente

Comerme el mundo, saltar por encima de los muros del orgullo, romper las distancias, coger fuerzas de la nada, rasgarme la piel de tanto sonreír, caerme mil veces y levantarme dos mil, equivocarme y aprender, ir en contra de la gravedad, besar con los ojos, pisar con las manos, hablar en silencio, soñar con los ojos abiertos, gritar de alegría, llorar de felicidad, regalar abrazos, cambiar el mundo.

jueves, 29 de mayo de 2014

Solo te digo.

Cierras la puerta. Oigo de fondo los pasos que se van, que se alejan de mi lado. Acabo de despedirme y ya te echo de menos. Y es que sí, te clavas despacio, muy profundo, y empiezo a dejarme matar lentamente. A dejarme matar de amor. A extrañar tus besos en mi mejilla para no borrar mis sonrisas, nuestras lágrimas tontas de felicidad, nuestro mundo paralelo al resto del universo. Huyamos, volemos al cielo azul con el que tanto soñamos, no importa que llueva, valdrá la pena perdernos en cualquier lugar. 
Cuéntame cualquier cosa al oído, me gusta sentirte cerca, y perdóname si me duermo a tu lado, pero a veces confundo la realidad con los sueños. Escribe un poema de sonrisas en mis labios, y luego séllalas con un beso. Haz de tus lágrimas un mar de alegrías, un lugar en el que podamos refugiarnos cuando necesitemos amarnos. 
Y escucho un último paso por detrás de la puerta. Y solo te digo: vuelve pronto.


domingo, 25 de mayo de 2014

Tándem.

Fue tu ausencia. Sí, después de tantos momentos mágicos, de tantas sonrisas a escondidas, de tantos duelos retando quién miraba más profundo dentro del otro, sí. Y cuando despertaba en la mañana me escurría entre mis sábanas y jugaba a imaginar tu rostro pegado bajo las tuyas. Y ya me hacías ser feliz desde el primer momento, incluso antes de ver el sol asomarse por alguna hilera de la persiana. Sí, te habías marchado tan solo unas horas y ya te extrañaba. 
Y ya soñaba con rozar tus manos, con besar tus pies con los míos, con matarnos a escalofríos, sin siquiera tocarnos. Y es que cuanto más lejos vas, más cerca te necesito. Sé también que hace tiempo que no escribía, pero siendo feliz no es tan necesario desahogarse. Y sí, sé que a menudo frunzo el ceño y pongo cara de enfadada, pero por dentro te ruego que beses mi frente y me susurres al oído que hasta viéndome fingir un enfado, te enamoras. Porque empiezo a creer que se nos da bien volar, pues al fin y al cabo, un tándem vuela unido, y hasta el final.