y al despegar apenas supe,
que más tarde no querría volver,
que fuiste tú "lo que nunca tuve".
Y por aquel entonces yo,
estaba tan lejos de mí,
que perdida no supe encontrarme,
que por dejarte ir así,
ya ni el mejor veneno podía salvarme.
Y un fuego helado me cegó la visión,
como en aquel lugar de la mancha,
moría a latidos mi corazón,
moría, llenándose así de escarcha.
No sé, tal vez es verdad el dicho que,
que solo sé que no sé nada,
que por tu hiel estoy atada,
y entre tus nudos fallecí.
No me opuse a los cabos,
y es que el amor nos hace esclavos,
y qué mas dá si nos cegamos,
y qué más da si en el jardín,
no hallé más flor que un tallo amargo,
y que más da, si sin embargo,
a su amor, yo sucumbí.